En el año 83, una pequeña banda de Texas, será capaz de una gesta que, aun hoy, resulta increíble que funcionase. Si hasta ese momento, ZZ Top se habían caracterizado por un sonido en la estela del Blues, lento y pesado con guitarras duras y cierto regusto a bourbon, botas de piel se serpiente y polvo en suspensión, a partir de la publicación de Eliminator, todo cambiará. Bueno, quizá no todo, pero si darán un gran paso hacia nuevos lugares y conquistarán el horizonte del éxito.
Sus discos anteriores, en especial los tres que forman la primera gran trilogía de la banda, Tres Hombres, Fandango! y Tejas se mueven en una zona que, claramente, les es confortable y se sienten cómodos. Temas de la talla de La Grange, del Tres Hombres, pone de manifiesto una enorme capacidad para ejecutar riffs atractivos y sugerentes con un Boogie que es, a la vez, su seña de identidad y la prueba de su gran saber hacer. Algunas de estas canciones son consideradas, hoy en día, verdaderas obras canónicas del rock más tradicional y más clásico.
Ahora bien, al final de la década de los 70 todo cambiará. Durante un largo hiato, en el año 77, Billy Gibbons había estado recorriendo la Inglaterra del Post Punk y de la New Wave. Allí tuvo la oportunidad de entrar en contacto con el directo de Depeche Mode, que ejercieron una fuerte influencia en su concepción de la música y la composición, pero también otras bandas como Joy Division, posteriormente New Order, Kraftwerk, Brian Eno o el mismismo Bowie, entre otros. De esta forma, poco a poco, el sonido de ZZ Top fue virando hacia una concepción mucho más electrónica, algo que ya es patente en los dos siguiente discos que graban: El Loco y Degüello, que gozarán de una buena acogida por parte de los fans de la banda, en los que ya se introducen algunas partes realizadas con sintetizadores. Para cuando llega Eliminator, su octavo disco, ya no habrá vuelta atrás. Para este álbum, ZZ Top, dejará atrás ese halo de pequeña banda de viejos vaqueros que hacen riffs sencillos y fácilmente identificables a convertirse en una cosa completamente nueva. Si, retendrán dicha capacidad e incluso afianzarán su estilo, pero también introducirán toda una serie de elementos en la producción que transformarán su sonido.
Como si la portada del disco, con esa pintura de un 1933 Ford Coupé, fuese una metáfora de lo que quieren ser, la banda funcionará como una maquina de rock perfectamente engrasada. A diferencia de lo que habían hecho hasta el momento, prestaran una mayor atención al tempo de las canciones, con la vista puesta en las cuñas de radio, e introducirán no solo sintetizadores, también cajas de ritmo. Estos factores, en conjunto, le dan al disco un sonido matemático, casi robótico, que sofistica el conjunto y lo hace sonar de una manera muy particular. Además, coquetearán, por momentos, con el Hard Rock, con un Blues muy cercano a lo que habian estado haciendo los Rolling Stones de la década anterior, con el Synth-Rock más sofisticado de momento y, por momentos con el AOR, todo sin perder nunca el fuerte énfasis en las guitarras eléctricas que son marca de la casa. Se trata, por tanto, de un disco de rock sureño, de raíz claramente blues, pero con una elegancia y una precisión casi mecánica. La sofisticación que se observa tras las diferentes decisiones tomadas por Gibbons para este largo, ponen de manifiesto una voluntad casi de orfebrería fina en la composición de las piezas de guitarra, en especial de los riffs y de los solos, pero también un intento de convertir su sonido en algo fino y agradable. Quizá, ese equilibrio es la enseñanza más valiosa de este disco.
Defenderlo hoy, en pleno siglo XXI, puede parecer atrevido. No es solo que su sonido se encuentre en las antípodas de lo que hoy tiene algún valor, es que requiere de un esfuerzo por parte del oyente que dificulta un acercamiento libre de prejuicios y abierto a su propuesta. Además, no hay que perder de vista que, aun tratándose de un disco fundamental, se trata de una obra cuyo único interés es triunfar y tener éxito. La facilidad de las composiciones, sumado al fuerte énfasis que se le dió, en la distribución, a los videoclips son buenos ejemplos de esto pero el argumento definitivo son los más de 11 millones de copias que ha vendido solo en Estados Unidos. Ahora bien, su influencia esta presente en casi cualquier cosa que implique un riff o una guitarra eléctrica y remita a desarrollos simples y certeros. Desde Extremoduro, en España (valga la comparación entre I Need you Tonight y Papel Secante de ejemplo), hasta King Gizzard and Lizard Wizard, pasando por Mastodon o, incluso, The White Stripes, son muchos los grupos que le deben su sonido a este ejercicio de refinamiento y sofisticación sin perder la esencia que llevan a cabo los ZZ Top, en aquel lejano 83.
Singles:
- Gimme all Your Lovin
- Sharp Dressed Man
- TV Dinners
- Legs